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Fuente: http://www.michelrausher.com |
Recuerdo que mi madre me leía a diario y a través de ella tuve mi primer contacto con esta mágica tarea: la de escuchar leer.
Sin embargo no puedo decir que desde un inicio fui un lector asiduo. Me encantaba escuchar, pero me daba flojera hacerlo por mí mismo y como tenía el vehículo intermediario que satisfacía mi necesidad no me preocupaba de más. Solo que estando en primer año de secundaria saqué de la biblioteca de mi escuela un hermoso libro de Leyendas Africanas en espera de escuchar nuevamente la arrulladora voz de mi madre. Sin embargo cuál no sería mi asombro al escucharle decir: Si te interesa el libro léelo tú.
Hice lo indecible para que me lo leyera pero su resolución estaba tomada: o leía yo o no me enteraría de lo que decían estas leyendas. Resultado, después de una gran perreta de mi parte entregué el libro sin haberlo leído.
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Autor imagen: Michel Rausher. Fuente: http://www.michelrausher.com |
A la semana no me quedó más remedio que volver a sacarlo y leerlo por mí mismo. Recuerdo entre las leyendas la de Analía Tubarí. El placer que sentí fue totalmente nuevo. Ya no escuchaba su lectura embriagadora, pero ahora sí podía ir a mi ritmo, pararme dónde más me interesaba, releer los pasajes que más tarde me fueron marcando como lector consciente. Qué decirles, me convertí en un asiduo lector de libros con múltiples temas: de ciencia – ficción, policiacos, novelas históricas, en fin, no tenía fondo mi interés como lector. Eso sí, no tengo libros ni autores que me “han marcado”.
Creo que cada libro que he leído me ha dejado una huella particular por muy diferentes motivos: la forma de narrar del autor, el tema, los nuevos conocimientos aprehendidos, etc.
Creo que cada libro que he leído me ha dejado una huella particular por muy diferentes motivos: la forma de narrar del autor, el tema, los nuevos conocimientos aprehendidos, etc.
Por eso puedo decirles que leer es mi pasión.
Y la voz de la madre permanece en cada nueva lectura.
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