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miércoles, 15 de febrero de 2012

El Bicentenario de Dickens y su denuncia ante ¡el Copyright!

2012 es un año en el que el mundo festeja el Bicentenario del nacimiento de uno de los más grandes escritores de todos los tiempos: Charles Dickens. Como los grandes, es amado por un público y criticado por otro. No hay medias tintas. O se ama o se rechaza. Pero aun cuando se opte por darle la espalda, esta decisión es más bien un efecto de lo que sus palabras han dejado en sus lectores. No se puede decidir darle la espalda a sus obras si no se han leído antes. Y esta decisión se toma cuando las reflexiones que Dickens hace a través de sus personajes e historias molestan, inquietan o cuestionan la ética de su lector.

Así es como Fernando Savater lo afirma en la columna "Despierta y Lee" publicada en el diario español El País del 13 de febrero del presente año, el carácter moral presente en las obras de Dickens resalta aspectos cuestionadores sobre la sociedad en la Inglaterra del siglo XIX. Ese carácter moral -que no moralista- resalta valores como la justicia, la compasión, la fe, la esperanza, el optimismo.

Etiquetado dentro de la corriente del Realismo Literario no puede concebirse su obra sin la precisión de sus descripciones sobre un mundo difícil, carente de equidad, en el cual la marginación de la alta sociedad sobre los pobres resaltaba en todo momento. El Realismo no admitía el sentimentalismo ni la subjetividad; sin embargo, Dickens desde sus textos sencillos, claros y concisos, nos lleva a una reflexión moral. ¿Por qué si pertenezco a una clase social repudiada por los demás, soy más generoso y piadoso que los que han sido favorecidos por la abundancia? En su momento, estos cuestionamientos molestaron a más de cuatro lectores, si recordamos que la alta sociedad de su tiempo tenía acceso a los libros, como objetos de lujo y de entretenimiento.

En el cuento "A Christmas Carol", traducido al español como "Un cuento de Navidad" del cual se han hecho cientos de versiones para chicos y grandes, plantea esencialmente al Sr. Ebenezer Scrooge, un anciano solitario, amargado y cruel con sus empleados. Explotador y avaro recibe la visita de 3 fantasmas, pasado, presente y futuro, que se topan con él la víspera de la Navidad para cuestionar su conducta y darle una posibilidad de transformarse de egoísta y despiadado, a generoso y humano. En "Oliver Twist" nos muestra a un huérfano humillado, explotado y utilizado por un hombre sin escrúpulos para obtener dinero. Cuestiona a la sociedad de su tiempo, y a la de nuestro tiempo también, sobre el trato a los niños, la indiferencia de una sociedad ocupada en la incipiente modernidad y en la superficialidad que no tiene tiempo para abrazar y compadecerse de los más pequeños y vulnerables. "Grandes Esperanzas" resalta el ideal de un joven por salir de la pobreza y alcanzar a aquello que parece ser "la buena vida". Sin haber salido de su entorno de miseria y humillación, el joven Phillip Pip no conocería nada más que escasez, carencia y tratos rudos. Cuando tiene la posibilidad de acceder a la casa de la excéntrica y adinerada Miss Havisham, comprende que el dinero ofrece una vida más ¿feliz? Cuando conoce a Stella y se enamora perdidamente, comprende que debe ser un "hombre de bien" para estar "a su altura". Sólo de esa forma ella dejaría de despreciarlo y de jugar con sus sentimientos. Sin embargo, haga lo que haga, tiene un límite para "subir" en esa escala social. Y aun cuando llegue a la cumbre, nada le garantizará la felicidad y el amor. Tampoco tiene posibilidades de regreso, pues su vida de pobreza ya no le gusta y también comienza a despreciar a los que siguen siendo como él era anteriormente. Y así, podemos encontrar esa voz de la conciencia con la que Charles Dickens critica y cuestiona a la sociedad del mundo, a través de la cual también nos deja un buen punto de referencia moral a las generaciones de lectores que lo seguimos.

Savater nos cuenta además en el artículo mencionado que Dickens, en su primera visita a los Estados Unidos, era admirado y aclamado hasta que en sus primeros discursos -como les suele pasar a los grandes escritores- se le ocurrió cuestionar las leyes de América sobre el Copyright, que permitían prácticamente plagiar íntegras las obras inglesas por autores americanos. Sobre todo, porque uno de los rasgos de la personalidad de Dickens era ser honrado. Pelear por los derechos humanos, los derechos a respetar la libre expresión y las libres ideas, el derecho a ganar el dinero de manera honrada, eran parte de su vida como hombre y como escritor. Él vivía de ser un escritor íntegro, así que sabía muy bien cuánto costaba publicar una obra y cuánto más costaba defenderla del plagio de otros pseudoescritores. Es su integridad la que lo ha hecho permanecer como uno de los escritores más estudiados durante dos siglos.

Este año es excelente para retomar la lectura de este autor, que más allá de sus aportaciones literarias, nos deja una conciencia moral. Encontraremos que los temas que ya le preocupaban al final del siglo XIX siguen más vigentes que nunca en nuestra época. No nos extrañe que esté de moda y que se le hagan homenajes por parte del Príncipe Carlos en Inglaterra, que sea nuevamente analizado por escritores y filósofos actuales y que incluso, vuelvan a filmarse películas como nuevas versiones de sus obras más conocidas. 2012, definitivamente, el año de Charles Dickens.

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